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Volar
El tipo uniformado me estudia de arriba abajo. Sospecha de mí, es evidente. Mis botines. Algo pasa con mis botines. Los mira un buen rato y luego los señala. “Se los tiene que quitar”. Es normal. Podría esconder cualquier cosa en esos botines. Una navaja. Una pistola. Uranio.Me descalzo, pero eso no alivia sus sospechas. Sabe que mi aspecto de español corriente de vuelta de vacaciones puede ser un disfraz. Que, bajo esta vulgar fachada, tal vez se oculte un criminal extremadamente sofisticado listo para perpetrar el mayor secuestro aéreo de la historia de nuestro país. Por eso se centra en mi chaqueta, una chaqueta vaquera de Levi’s en la cual perfectamente podría llevar una barra de hierro, una AK-47 o cinco kilos de explosivo plástico. El uniformado prefiere no jugársela. “Quítese la chaqueta y póngala en la bandeja”.Estoy descalzo y en camiseta. Parezco desarmado y vulnerable, pero eso es exactamente lo que intentaría parecer un asesino entrenado durante décadas para la misión más importante de su vida. El uniformado lo sabe, así que me recorre con la mirada una última vez. No puede permitirse el más mínimo error. Hay muchas vidas en juego. Entonces se fija en mi reloj. Es un Apple Watch de hace tres años. Lo uso para que me recuerde que no hago deporte. Me gusta que la tecnología me juzgue. Para el uniformado, sin embargo, solo es un “objeto electrónico”, sinónimo de “problemas”. Índice a mi muñeca. “Eso tiene que ir en la bandeja”.Mientras obedezco, echo un ojo al otro lado del arco detector, el lado de la libertad. Allí me espera mi hijo de cuatro años, que ha cruzado antes que yo sin el menor contratiempo. Advierto en su mirada un matiz de decepción y, creo, también de despedida. Nunca ha visto a otro adulto hablarme con tanta severidad. Empieza a sospechar que no lograré reencontrarme con él. Quizá ya fantasea con un nuevo padre, a lo mejor hasta tiene alguna opción en mente. Voy a decirle que todo irá bien, que saldremos de esta, cuando el uniformado se aparta. “Pase”.Cruzo el arco. Mi hijo se dispone a abrazarme, aliviado por la comodidad se seguir con el padre de siempre, cuando un pitido nos interrumpe. ¿Soy yo? Soy yo. Se acerca otro uniformado. “Control aleatorio. Recoja sus pertenencias y sígame”. Mi hijo no entiende nada. Yo se lo explico. Hay personas malas en el mundo, personas que matan a otras, y quizá yo sea una de ellas porque, en fin, nunca se sabe.Me dispongo a recoger las bandejas de la cinta cuando la mujer frente al monitor me echa el alto. “Lleva un líquido”, afirma. No puedo mentirle, sería mi perdición. Le digo que sí, ay, en la mochila. Me ordena que la abra y yo la abro. Es el vaso de agua de mi hijo. La mujer clava su mirada en La Patrulla Canina. Se pregunta, sin duda, a cuánta gente podría matar eso. Cientos. Miles tal vez. “Tenemos que analizarla”. Mi hijo me mira. Me dice que tiene sed. Justo ahora, por supuesto. Le digo que se espere.El análisis químico es satisfactorio. Mi hijo bebe y no cae fulminado en el acto, lo cual confirma la inocuidad de la sustancia. Cojo las bandejas y me las llevo hasta el control de explosivos. El uniformado me pide que adopte la postura de Jesús en el monte Calvario mientras me pasa una tira de celulosa por diversas partes del cuerpo. No unas partes cualquiera, sino aquellas donde con más probabilidad habrá dejado rastros la Madre de Satán, nombre vulgar del triperóxido de triacetona, muy popular entre los yihadistas. Mientras la máquina analiza el papelito, mi hijo retrocede unos pasos. Puro instinto de supervivencia. No está dispuesto a caer conmigo. Pasan unos segundos durante los cuales veo el vínculo padre-hijo hacerse añicos ante mis ojos. Luego la máquina hace pi. Ni rastro de yihadismo, gracias, que tenga un buen vuelo.Nos alejamos de allí rodeados por otras personas aparentemente normales: padres y madres, hijos e hijas, abuelos y abuelas. Quién sabe tras qué apacible rostro se oculta el próximo asesino de masas. Podría ser cualquiera.
8 h
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El porno, el opio del pueblo
Venga, dejad de poner mensajes afirmando que os produce vómitos leer que un padre se follaba a su bebé y luego la ofertaba a otros pervertidos, el desalmado. Venga, dejemos de extrañarnos de que los niños violen a niñas. Venga, dejemos de mirar la luna porque el dedo que la señala es un dedo poderoso que cuando no señala se emboza los dólares y los euros en el bolsillo. Venga, señalad a los curas pederastas y violadores pero olvidad a los oligarcas de la degradación de las mujeres, de los cuerpos, de la sexualidad humana y de las psiques. Me da igual que me llaméis monja, lo que me llevo puesto solo yo –y otros– lo sabemos.Reflexionad. Jamás en la historia la corrupción moral había habitado en la sede de la inocencia como ahora. Vale, indignaos al leer corrupción y moral, incluso inocencia si no sabéis lo que es, pero no dejéis de pensar en cómo abonáis los intereses de los capitalistas desalmados que han convertido algo tan rico y tan inspirador como es la sexualidad humana en un mercado de puercos inmundos en los que las personas ya no son sino cuerpos sumidos en la abyección y utilizados como receptáculos –¿consentidos, no consentidos?– de las miserias con las que se adormece a la población y se enturbia y se pervierte y se condena a vuestros hijos. Es el opio del pueblo, amigos. ¿Quién soporta ya la putrefacción sólo a base de fútbol? Es el opio del pueblo, que campa en sustitución de la religión y de ese Dios que matamos. Soy atea. No me vengan con monsergas. Soy atea a conciencia, la que tiene el que racionalmente ha renunciado al falso refugio de la idea de Dios. Pero también soy humanista y no puedo sino constatar cómo se está asesinando a generaciones enteras bajo la consigna de una falsa libertad liberal que lucra a los de siempre. Es lindo volver a casa y adormecer el trabajo de mierda, el jefe de mierda, la vida sin objeto ni horizonte, y hacerte una paja que te deja como nuevo y que te hace sentirte empoderado. En muchos casos hasta gratis. ¿Por qué te darían gratis algo? Piensa, piensa. Me da un poco igual cómo ahogues tus miserias o cómo te empoderes o cómo sobrevivas. A fin de cuentas eres un adulto y yo no creo en la redención. Los niños y, sobre todo, las niñas. Pobrecitas, mías. ¿No resulta revelador que no les envidiemos? ¿No es sintomático que todo y toda boomer en el fondo de su almita crea que su niñez y su adolescencia y su juventud fueron mejores? No será porque no hayamos follado. Era otra cosa. ¿Quién les ha privado a ellos de esa otra cosa que todos sabemos mejor?Menores violando a menores. Distópico. Un grupo tras otro. Nueve, doce, catorce años. ¿Cuándo pasó esto? No se dejen engañar, nunca hasta ahora. Padres violando bebés, un mercado para la peor ignominia. Pedófilos. ¿Cuándo a estos niveles? Que no sólo nos estremezca que nos impela a pensar. No es la primera vez que escribo que ese nivel de destrucción de la psique no tiene remedio. ¡Pobres niños lanzados al abismo más brutal sin haber disfrutado de la idealización previa! ¡Pobres niñas y mujeres que tendrán que vivir junto a seres deformados hasta los límites de su propia naturaleza!No es progresista ni de izquierdas defender que una industria pueda quebrar de esta forma lo que nos es más querido. No puede serlo. Entre la estigmatización vergonzosa del sexo que hacía la religión y la porquera humana en la que sumen a los más pequeños hay un territorio de descubrimiento y de avance y de amor y de conocimiento que luego puede llevar a las mayores sofisticaciones del erotismo e incluso del libertinaje, en su acepción francesa; pero después, cuando uno está formado, cuando uno es dueño de su placer, no haciendo que nuestros pequeños estallen como vasijas de cristal sometidas a un fuego que no entienden. Son daños sin retorno. Asúmanlo. No vale con que muestren sus ganas de vomitar en las redes. No vale. Hagamos algo. Exijamos a nuestros gobernantes que hagan algo. Bloqueemos el acceso. Totalmente. Padres y madres, vigilen y supervisen e invadan los móviles de sus hijos, si es que no queda otro remedio y los tienen. Prohibamos el acceso a estas armas de destrucción masiva de las mentes y los espíritus hasta los 16 años como mínimo. No sé, hagamos algo. Investiguemos a la llamada "industria del sexo". ¿De dónde ha salido ese hombre de 25 años capaz de violar a un bebé de ocho meses que además es carne de su carne? ¿Y esos menores que se turnan para violar a una niña que dócilmente se ha citado con el chico que le gusta? ¿De dónde sale esa tolerancia de las adolescentes a algo que resulta horrible para sus sueños? No sé si el porno empodera –bueno, sí lo sé, envilece, pero estoy dispuesta a aceptar que los adultos elijan– pero estoy segura de que proteger a los niños y, además, impedir que generaciones enteras de mujeres sufran la degradación absoluta a la que se ha encaminado a sus potenciales compañeros es una lucha feminista que es preciso dar ahora y en este lugar. Sucede que a mí no me da miedo decir la verdad. Ni me importa que me llamen moralista ni monja, lo vivido me lo llevo ya. Los estamos destruyendo. Asumidlo. El porno es el actual opio del pueblo y, desde luego, es más perjudicial que la genuina religión a la que apuntaba Marx. ¿Cómo uno puede ser progresista y no reconocerlo? No tengo hijos ni nietos, muchos de vosotros, sí. Los están destruyendo. No hay batalla que merezca más la pena ser librada. Aunque te quedes solo.  
8 h
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¿Dónde está el Feijóo de “la buena política”?
En ‘El extraño que llevamos dentro’ (Arpa), su autor, Arno Gruen, analizó el origen del odio y la violencia en las personas y las sociedades. Si hubiera que buscar un punto de partida sería la falta de sensibilidad y empatía, siempre presentes en comportamientos que a menudo confunden las diferencias con amenazas.“La empatía es la cualidad fundamental de todos los humanos. Es una barrera que nos impide caer en la inhumanidad y es el núcleo de nuestra sensibilidad humana, es decir, el núcleo de lo que nos es propio”, describió este profesor de psicología de la Universidad Rutgers, fallecido en 2015. La capacidad para comprender los argumentos del otro se atrofian en grados distintos hasta, en algunos casos, situarse en el más extremo, el odio.La camaradería es uno de los elementos que contribuyen a respaldar conductas cuyo propósito es deshumanizar al otro. Situados en el ámbito de la política, algunos dirigentes y seguidores de partidos confunden la lealtad a unas siglas con menospreciar de manera intolerable al adversario. Es lo que el PP y la mayoría de sus altavoces han puesto en práctica estos días al mostrarse equidistantes entre la actitud del hombre que increpó a Óscar Puente y la del diputado socialista, que en este caso era el agraviado por un comportamiento injustificable. La estrategia de la cúpula del PP sólo puede calificarse de irresponsable, además de peligrosa puesto que el mensaje que han trasladado a la sociedad en general y a sus votantes en particular es que todo vale, también atacar a un parlamentario por el simple hecho de que no les guste el tono de sus intervenciones públicas. ¿Dónde está el Alberto Núñez Feijóo que presume de ser garante de “la buena política, la seriedad y el sentido de Estado" cuando su partido, empezando por su mano derecha, Miguel Tellado, equipara a un agresor y a un agredido? Evidentemente es una pregunta retórica.Las palabras son el primer paso para deshumanizar a un adversario y tanto el PP como Vox se han aplicado desde hace tiempo a la hora de retratar a Pedro Sánchez como un político despreciable. En el último pleno del Ayuntamiento de Barcelona, el concejal de extrema derecha Gonzalo de Oro calificó al presidente del Gobierno de "oscuro, tenebroso, malvado, egoísta y narcisista”. “En mi opinión, es el mismo diablo”, remachó.  Es incompatible llenarse la boca de apelaciones a los valores y a la vez actuar con esta falta de respeto y educación. O debería serlo puesto que solo hace falta un repaso a los diarios de sesiones para comprobar cómo la deshumanización del rival político es la base de cualquier populismo y una seña de identidad de la extrema derecha. Es su manera de tratar también fenómenos como la migración, despojando de dignidad a las personas migrantes y obviando los más elementales principios de los derechos humanos. El problema es que ese uso perverso de las palabras ha sido adoptado, incluso a veces sin tener conciencia de ello, por otras formaciones y medios de comunicación cuando, por ejemplo, han normalizado las referencias a personas ‘ilegales’ o presentan a los jóvenes no acompañados como ‘menas’. Hay caminos que, una vez se empiezan a transitar, cuestan desandar. El del PP abrazando actitudes y argumentos de la extrema derecha, es uno de ellos. Y no será porque no se lo hayan recordado. “A Feijóo no se le va a acercar nadie mientras siga con Vox", explica el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, cada vez que tiene un micrófono delante. El líder del PP haría bien en escucharle.
8 h
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Cifras y letras para una investidura
Va de la repetición de palabras. Empleo, salario, vivienda como derecho, igualdad, transición ecológica, convivencia y concordia entre los pueblos de España. Las palabras de Pedro Sánchez al aceptar este martes el encargo de reunir la mayoría suficiente para su investidura no son exactamente las mismas que las de Ernest Urtasun cuando expresaba, este lunes, que Sumar y el PSOE aún estaban lejos del acuerdo: reducción de la jornada laboral y regulación del despido, aumento del salario mínimo interprofesional, ley de cuidados, reducción de emisiones para 2030, ampliación de lo que quedó sin abordar en la ley de la vivienda. No son las mismas, pero riman, como rima la vocación de ampliar, perseverar o completar la superación de la discordia. Y eso es señal de que, pese a todo, y también pese a la lentitud o parsimonia del PSOE, muy dado a apurar los plazos hasta el final, todo apunta hoy a que no sólo habrá Gobierno, sino legislatura. Y una legislatura no exclusivamente de índole territorial: una legislatura que será social o no será.Pasaremos las próximas semanas comentando cómo todos sueñan lo que son y ninguno lo entiende: asistiendo a diversas estrategias de escenificación o teatralización del diálogo, de puesta en escena de su cercanía o lejanía. A pesar de todo, la realidad es tozuda, por más que muchos conservadores se empeñen en permanecer incrédulos. Repetía Feijóo: el señor Sánchez tiene hoy menos votos que hace un mes. Pero los votos para la conformación de la Mesa del Congreso fueron los que fueron: 178 votos para Francina Armengol y 139 para Cuca Gamarra, incapaz entonces de reunir en disciplina la derecha ni siquiera a su propio bloque. En la prensa, Narciso Michavila, de GAD-3, se empeña en la misma mentira: afirmar que la derecha estuvo a nada de ganar, a tres escaños, perdidos por una supuesta mayor eficiencia estratégica del voto de la izquierda. Pero no es cierto. Fueron 597.987, por la división en circunscripciones provinciales, los votos de Sumar que no lograron ningún escaño, que no sirvieron para obtener representación: en el caso de Vox, la cifra se reduce hasta los 486.910. Más de cien mil menos. La suma de votos de los partidos que votaron a favor de Armengol llega casi a los doce millones y medio: derrota que la derecha, aún hoy, es incapaz de digerir.Volvamos a las letras. En la rueda de prensa, una palabra sin pronunciar: amnistía. Y es probable que, más allá de quienes ya la hemos defendido —por convicción y no por oportunismo— como vía para abrir una nueva etapa, incluso como bien mayor patriótico, tardemos todavía en oírla, y que cuando la oigamos ese paso sea para sus actantes irreversible. La exigencia de la coherencia absoluta sólo funciona, paradójicamente, en el presente; mucho menos a toro pasado. Es por eso por lo que Sánchez insiste en atacar al Partido Popular de Feijóo por inconstitucional —al obstruir la renovación del CGPJ— y Feijóo responde apelando simultáneamente a la potencial inconstitucionalidad de las reformas que imagina partiendo del PSOE. Es por eso por lo que Felipe González, al pasar del “OTAN, de entrada, no” al “Vota Sí [a la OTAN] por España”, de 1982 a 1986, es hoy para la derecha un patriota, un hombre de estado, y no un felón ni un ilegítimo. Son, en ambos casos, más teatros que realidades.Lo que a día de hoy todavía falta es negociar una realidad común. Lo imposible, en cualquier caso, es disolver el pueblo y elegir a otro, a la manera de aquel poema de Bertolt Brecht. De ahí que crea que se equivocan quienes auguran una legislatura de duración corta, un Gobierno casi como disposición transitoria, una tirita: en la radical contingencia de las cartas repartidas radica su potencia de transformación.
1 d
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Pizza a domicilio con extra de queso y derechos laborales
Pides una pizza o unos noodles a domicilio, y ese día te llega tarde, te traen lo que no has pedido, viene frío o en mal estado, y menudo pollo les montas, llamas para protestar y que te devuelvan tu dinero, les pones mala puntuación en todas las webs, no vuelves a pedir con ellos. Pero si la pizza o los noodles te llegan a casa con un regusto a presuntos delitos contra Hacienda, contra la Seguridad Social y contra los derechos de los trabajadores, qué le vamos a hacer, el capitalismo es así, ya tuitearemos algo en solidaridad con los riders.Podemos seguir haciéndonos los tontos al pedir comida a domicilio, pero sabemos de sobra que hay empresas de reparto que se pasan por el forro la legislación laboral, las advertencias de las autoridades, las sentencias en contra, las multas millonarias y por supuesto las reclamaciones de sus trabajadores. “Hay empresas”, no; llamémoslas por su nombre: Glovo y Uber Eats. Sobre todo la primera, que lleva dos años ignorando la 'ley rider' que impide los falsos autónomos y les obliga a contratar laboralmente a sus repartidores. Glovo ignoró la ley desde el primer día, mientras que Uber Eats se adaptó, pero luego, al ver que su principal competidor no lo hacía, decidió volver al modelo anterior.Hay que decir que no todas las empresas de reparto son iguales: hay cooperativas de riders en algunas ciudades, y empresas como Just Eat, que supongo tendrá también sus problemas laborales pero al menos en este aspecto cumple la ley. Y que lleva dos años viendo cómo sus competidores se ahorran lo que ella se gasta en Seguridad Social y salarios, y pueden así ofrecer precios más bajos y obtener mayores márgenes de ganancia.A las empresas piratas, que como tal hay que considerarlas por mucho que se vistan de plataforma, economía “colaborativa”, startup y toda esa tecnojerga fascinante (que disfraza de algoritmos y big data lo que en realidad sale del sudor, la explotación y los accidentes de sus repartidores); a estas empresas piratas les da igual que sus trabajadores organizados las denuncien penalmente como acaban de hacer, y que el ministerio de Trabajo se plantee hacer lo mismo próximamente. Ellas ya han aprovisionado los millones que les costarían las sanciones y la adaptación a la ley, y no pasa nada: sus ganancias siguen siendo mayores que las posibles sanciones, y esto no va de modelo laboral sino de ganar mercado: aguantar mientras van cayendo competidores, y cuando te quedes como empresa dominante, ya podrás adaptarte a la ley y subir los precios.Las autoridades, a veces con demasiada lentitud, están actuando –salvo en la aldea gala ultraliberal de la Comunidad de Madrid, donde el gobierno contrata a Glovo para repartir comida a personas vulnerables–. Las y los trabajadores están organizándose y dando la batalla sindical y judicial, consiguiendo una victoria tras otra –también en otros sectores similares, como las limpiadoras de Clintu–. ¿Y los usuarios, no tenemos nada que decir?Perdonen la obviedad, pero no es obligatorio pedir comida a domicilio con empresas antitrabajadores, existen alternativas mejores –igual que hay alternativas a Amazon, con cuya devastación del comercio local nos hacemos también los tontos–. Porque no solo es un problema de legalidad o ética: es que nos jugamos todos el futuro de las relaciones laborales, que acabemos todos uberizados si no los paramos ahora.La próxima vez que pidas pizza a domicilio, ya sabes: con extra de queso, aceitunas y derechos laborales para quien te la traiga. A ver si toman nota del pedido.
1 d
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Lloriquear o votar
España no lloriquea, vota. Cada cuatro años (y cada vez es más habitual que antes por pactos infructuosos) los españoles y las españolas expresamos una preferencia para el Congreso de los Diputados, que luego pacta un presidente de Gobierno. Por eso es incomprensible el amenazante aviso que hizo Santiago Abascal desde la tribuna de oradores en la investidura de Feijóo en relación a la amnistía: "El pueblo español tiene el deber y el derecho a defenderse. Después no vengan lloriqueando". Las urnas y la democracia son la mejor defensa, así como la Constitución y un tribunal dedicado a que todas las normas estén dentro de ella. España, por mucho que se repita, no es un viejo oeste donde no hay orden ni hay ley.No sé cómo imagina Abascal a los españoles defendiéndose en sus sueños épicos, si no es en las urnas o en los tribunales. Quizás en su sueño aparecen hordas de ciudadanos vestidos con cuernos de vikingo y pellejos colgando intentando entrar a la fuerza por la escalinata de los leones (¿les suena?) mientras en los asientos azules del hemiciclo se suenan las narices consternados los miembros del Gobierno, hipando y lamentando su propuesta (que no conocemos, por cierto) de amnistía. España, señor Abascal, es mucho más civilizada que el país que imagina. Es una democracia y tiene sistemas de garantía, también para quejarse o para oponerse sin necesidad de que salga "el pueblo" en persona a defenderse aún no sabemos exactamente de qué.España, cabe recordarlo desde este martes, tiene una monarquía parlamentaria y es el rey quien propone a un candidato: le dieron ese papel y además no llevaba instrucciones claras, de modo que a veces echa mano de la "costumbre" o de la lógica, que son siempre malas compañeras para la propia institución. Este martes, después de que Felipe VI haya propuesto a Pedro Sánchez como candidato, ha salido al ruedo de la opinión una derecha neolítica, que pide revoluciones, abdicaciones, que amenaza con hacerse republicana. Imagino que están pidiendo una monarquía absoluta en la que el rey haga lo que le parezca sin normas o, más bien, que haga lo que les parezca a ellos. Como no pueden preguntarle a sus hermanos del año 1600, pueden asomarse a los libros de historia a ver si fuera de la democracia y los partidos que tanto denuestan se vivía mejor y se lloriqueaba menos. Como dice Steven Pinker, deberíamos combatir el pesimismo con la Ilustración. El odio con el consenso. La creencia con la ciencia de los números. Frente a los escenarios atormentados donde nada funciona y todo es corrupto y aleatorio, la prueba diaria y el contexto. La caída de los niveles de bienestar en las últimas décadas han llevado al repliegue económico y cultural en toda Europa, y en ese estanque pesca Abascal y la ultraderecha: mucha perturbación para tan poco argumento.La amnistía no sabemos aún en qué consiste, en qué se basa, para quién es. Ni siquiera sabemos si es suficiente y, por tanto, si habrá repetición electoral. Pedro Sanchez no debería esperar mucho más a detallar la propuesta, seguramente algo avanzará antes del debate de investidura, si no quiere que el globo de la especulación se haga cada vez mayor y el argumento de España se rompe cristalice. Sería también ostentoso pensar que, como se defiende a veces, "España ha votado que se pacte y el resultado electoral ha validado que se negocie una amnistía". Primero, España como sujeto político no ha votado nada, son un sumatorio de españoles que, cada uno desde una localidad y con una motivación, de su padre y de su madre, ha dicho lo que prefiere, sin conocer de antemano qué suma aritmética da esa ensalada de papeletas (en el 23J, con el agravante de que la mayoría de casas demoscópicas los confundieron aún más). Se lanzaron esas papeletas al aire y salió esto que tenemos. Una derecha que no suma. Una izquierda que suma con encajes muy difíciles y que tiene el derecho de intentarlo. Igual de malo es llegar muy tarde como llegar muy pronto, por eso sorprende que el PP y Vox se lancen contra una ley de la que no se sabe más que el título. O que deslegitimen a partidos nacionalistas e independentistas, que influyen y guían la política española desde que hay democracia (cuando se pudo cambiar la alianza con Catalunya y Euskadi por la de Ciudadanos tampoco fraguó). La tentación de imponer la turbación y el miedo puede ser fuerte para quienes intenten rentabilizar desde ahora votos para una presunta repetición electoral, pero no deja espacio para que se expliquen, ahora ya sin posibles justificaciones, los protagonistas de la propuesta de amnistía, además de que quienes apuestan al caos pueden caer en el ridículo político público si sus horizontes apocalípticos no se convierten en realidad.
1 d
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Los Autos Locos van a la Moncloa
¡Y aquí están de nuevo! El más osado grupo de carreras desde los días de la Transición, en sus ¡Autos Locos! En el capítulo de hoy: 'Una investidura dura lo que dura'. Ya se acercan a la línea de salida. ¡El rey de la competición agita el banderín! Viene vestido como de Zarzuela y reparte entre el respetable agua, azucarillos y aguardiente. Desde el graderío, Ramón Tamames le pide un Chinchón y le regala un autógrafo.¡Ya han salido los coches! De repente se pone en primer lugar Pedro Bello conduciendo el Súper Tezanos Exprés. Está decidido a llegar el primero con su bólido, el más viejo de los que corren aquí, aunque tira millas como el que más. Lo montó un tipógrafo de barba blanca y visera. Los anteriores pilotos dicen que el coche es suyo, y que así no se conduce; pero Pedro sólo quiere llegar antes de que sea demasiado tarde.Porque le pisa los pies la Temible Trituradora (de carreras, de documentos, de lo que haga falta), pilotada por el afligido Pierre Nodoyuna. Reclama una y otra vez su derecho a la victoria, a pesar de que todo le sale mal. En la aventura de la semana pasada, quiso llegar el primero sin gasolina, pero se descubrió la trola, y fue adelantado por el resto de los corredores, o casi. El caso es que se quedó muy solo.–¡No hay deguecho! –exclama rabioso Nodoyuna, y manda al más fiel de sus secuaces a intervenir en la carrera desde dentro, desde fuera, como sea–. ¡Patán, haz algo!No hay que confundir a Patán con Pulgoso, son chuchos diferentes. Muchas veces, la gente se cree que se trata de la misma criatura; pero Lindo Pulgoso es la mascota de la Dulce Abuelita, y tiene una risa sardónica, de la que el torpe Patán carece. Patán no ríe, solo gruñe, y cuando mete la pata le da besos al guante de su amo para que lo perdone. A Lindo Pulgoso lo que más risa le da son las calamidades de sus adversarios, y gracias a él la Abuelita parece un ser inocente. Pero cuando se participa en una investidura, nadie es inocente.Corren los Autos Locos atravesando campañas, debates, trampas, rumores, sortilegios; pero, antes de llegar a la meta, el aspirante tendrá que dar un discurso. ¡Alto ahí! Un discurso, ¿para qué? Escuchemos la voz de los Súper Tacañones, en la persona de Leopoldo Calvo-Sotelo, que apuntó lo siguiente en su libro 'Memoria viva de la Transición' (Plaza & Janés/Cambio 16, 1990): “Los discursos de investidura se escuchan rara vez, no se leen jamás y casi nunca se cumplen; de la sesión se comentan durante unos días los enfrentamientos verbales o las malicias de pasillo: después sólo queda el silencio”. El resto siempre es silencio, lo saben William Shakespeare, Leopoldo Calvo-Sotelo y Óscar Puente, que ha conseguido que todo el mundo comente la réplica a un discurso que nadie escuchó. Somos un país ruidoso hecho de grandes silencios.Y rasgando el silencio de un país en vilo, irrumpe en tercera posición el Ultramóvil Feroz de los hermanos Macana. Parece que están discutiendo entre ellos, pero no se entiende lo que dicen. ¿Algún pinganillo en la sala? Acerquemos el oído a su vehículo, aun a riesgo de llevarnos un garrotazo.–¿Vox, vox, vox? ¡Vox, vox, vox!–¡Hugh! ¡Agh! ¡Arriba España!¡Oigan, Hermanos Macana! ¿Pueden explicarnos por qué discuten? Nuestros lectores quieren saberlo todo. Son así, de izquierdas, pero arreglaos. Bueno, también los hay de centroderecha, pero esos ya no tienen arreglo.–Queridísimos españoles a fuer de rojos, nuestras cuitas surgen a causa de que se nos esfuma el sector más moderado. Llamamos moderado a no llevar calcetines con la efigie de Franco. Fíjense, ahí teníamos a Espinosa de los Monteros; pero, un día, la tristeza llegó hasta su corazón, y partió con su barba como de Reyes Magos. Y así nos quedamos diciendo ¿Hugh? ¡Vox! Nos sucede que, aunque siempre seamos los mismos, cada vez somos menos. En realidad, somos la parte contratante de la primera parte. Pero discúlpenos, ahora tenemos que alcanzar a nuestro querido Pierre Nodoyuna antes de que nuestra pista se pierda para siempre en la mayoría natural. ¡Viva el Valle! ¡El de los Caídos! ¡Y el Inclán!, que tampoco era manco.Muy amables, Hermanos Macana. En cuarta posición, al volante de su elegante y vertiginoso coche Sumando Espero, construido para esta carrera en un tiempo récord, sigue Penélope de España, Penélope Glamour. Sabe que, solamente si llega Pedro el primero, podrá llegar ella. Se ha propuesto dejar atrás para siempre a Pierre Nodoyuna y a los Hermanos Macana, y aspira a ser algún día tan primera como Pedro. ¿Podemos o no podemos?, intrépida pilota.–Sí, se puede. Pero es que yo he salido de más lejos. El resto de los corredores parte cada uno de su casa; sin embargo, ocurre que yo, y encima pagándomelo de mi bolsillo, vengo de Waterloo, como la canción de Abba. Lo digo así, porque, aunque parezca que hay mucho lío, en definitiva son habas contadas.¿Querrá decir Abbas cantadas? Hay algo de canción de Abba en esta carrera de San Jerónimo. Es la que se titula 'El ganador se lo lleva todo' (sin pinganillo, 'The Winner Takes It All'). El mejor karaoke nunca visto de este exitazo aparece en la serie 'Better Call Saul', y lo cantan juntos el protagonista y su hermano. Viendo esa escena, se aprende que dos no ganan si uno no quiere. Pero no nos pongamos melancólicos, eso sólo sirve para comer palomitas de maíz a oscuras. Nos encontramos en la carrera del siglo, donde hay un mundo entero que ganar, aunque nadie lo haya visto nunca. ¿Dónde se encuentra ese mundo espectral? Está entre el fantasma de la libertad y el espíritu de la colmena.En el cine, el protagonista de 'La colmena' (el novelón de Cela) lo interpretó José Sacristán. ¿Acaso es Puigdemont un Martín Marco que vive a cuerpo de rey (con perdón)? En quinta y sexta posición, se disputan la primogenitura la Serrería Republicana (conducida por el leñador y su castor) y el auto Exilio (un vehículo con forma de Malpertuis, el caserón de la literatura belga, y en cuya torre aletea el viejo dragón del pujolismo). Cuando el uno adelanta, el otro quiere correr más, y viceversa. Acaban de decir que su meta es el referéndum, pero Pedro confía en que que sólo les quede combustible hasta la amnistía. ¿Serán capaces de pasarse de largo y seguir solos en otra carrera imposible de los Autos Locos?–¡Esto no es trabajo para castores! –se oye protestar en la Serrería Republicana. Resulta que, no hace mucho, el leñador mandó al castor a construir un dique en la ciudad donde nació, pero no encontró ni un árbol. Quien a buena sombra se cobija, ¿para qué quiere los árboles? Ahora van a toda velocidad para avanzar varios puestos. Saben que, en esta carrera, les conviene más llegar junto a Penélope de España que quedarse con sus antiguos compañeros. Pero le tienen miedo al viejo dragón de estos últimos. A lo que representa.–Si no me Arkansas, llegaré primero a Arkansas –exclama Puigdemont al volante de su auto Exilio y les hace una higa al leñador y al castor, y acelera. “¿Has dicho referéndum?”, pregunta Pedro. Pero el temerario piloto de adopción belga niega con la cabeza y responde: “No, he venido a hablar de Dostovieski”. ¿Habrá cruzado los dedos a su espalda para que lo vean el leñador, el castor y sus irreductibles fieles?Por primera vez en la historia de estas carreras, el Superconvertible del Pueblo Nuestro ha adelantado al Marmitako Special. Se reparten las posiciones séptima y octava, respectivamente, y ambos tienen un claxon que suena haciendo: pil pil. Proceden del mismo lugar. Pero como Zalacaín, el aventurero, y San Manuel Bueno, mártir, obedecen a gastronomías diferentes. Desde su Serrería Republicana, el castor saluda con las dos manos al piloto del Superconvertible del Pueblo Nuestro. Le llama para que se acerque a su vehículo, pero el otro grita: “¡Yepa, yepa, yepa! ¡Ándale, ándale, ándale! ¡Arriba, arriba, arriba!”, que queda muy multicultural, y le pasa por la izquierda a toda pastilla. ¿Es la Serrería Republicana un vehículo de izquierdas que siempre circula por la derecha?Por su parte, los sucesivos pilotos del Marmitako Special han sido de derechas de toda la vida, pero ahora les toca ir hacia la orilla contraria (a sus principios). En otras circunstancias, podrían haber adosado su vehículo a la Temible Trituradora de Pierre Nodoyuna (al fin y al cabo, sólo se trata de empujarles un poco en la cuesta arriba, y ya el resto del tiempo les queda libre); pero en esta ocasión, al contemplar el panorama han suspirado: ¡Oh cielos, qué horror!, como la hiena Tristón, que iba con Leoncio, el León. Hay una dignidad en el Marmitako Special, de último de la reserva de la derecha civilizada, que sólo se ve en el oso Yogui. Pero tampoco este era un oso común.¿Llegará Pedro el primero a la meta? Cuando lea su discurso, ¿le hará caso alguien? ¿Le dará la réplica Nodoyuna disfrazado de largato Juancho? ¿Qué nueva fechoría cometerá Patán? ¿Cuál es la meta? ¿Y la de Pedro? No se pierdan el próximo episodio de los Autos Locos.–¡No hay deguecho! ¡Rayos! ¡Sacré bleu! ¡Haz algo, Patán!
1 d
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Un gobierno que ponga fin al secuestro de la democracia
Pedro Sánchez tiene ya el encargo del rey para formar gobierno, dos meses largos después de las elecciones. Un tiempo perdido que aprovechó la derecha para montar su estrategia de oposición: la mentira y la bronca permanente. Muchos frentes se le abren al candidato: las negociaciones con los independentistas, con Sumar, que quizás lleguen al punto de hacerle añorar a Podemos en su fuero interno (aunque sean más fáciles de acallar), y la confrontación con una derecha iracunda al máximo por no haber logrado llegar a la Moncloa. Ninguno menor. Y todos los sufriremos los ciudadanos, aunque probablemente el que más daño haga a la convivencia general sea este último por su pertinaz empeño en crispar la vida cotidiana.La derecha, en todas sus vertientes, está dispuesta a dar la batalla para que este país sea invivible hasta que consigan derribar el mandato de las urnas y hacerse con el poder. De nuevo empiezan desde antes siquiera de que salga adelante la investidura de otro candidato y con una agresividad corrosiva. No se entiende, a simple vista, la insistencia en mentir sobre las posibilidades de Feijóo para formar gobierno. Nunca las tuvo tras el 23J. Y miente él, mienten su portavoz Gamarra, Bendodo y cuantos sean necesarios. No cedió nada que tuviera, nada. Nadie quiere pactar con este PP salvo Vox y dos diputados de derechas más. Y no han sido jamás suficientes. Se diría que buscan cualquier otro método de lograr su meta aunque no sea el democrático juicio de las urnas. Han alcanzado límites extremos al encumbrar a un violento que mandó a dos policías nacionales al hospital y está pendiente de sentencia por maltrato y lesiones a su expareja, solo para tratar de menospreciar a Óscar Puente, coyuntural portavoz del PSOE en la fallida investidura de Feijóo. En línea similar, el coordinador general del PP, Elías Bendodo, confunde 'La madre de Frankenstein' de Almudena Grandes con una obra de terror para insultar a Sánchez. El nivel de la cúpula del PP es ya de palillo en la boca.La prensa afín tampoco se corta. Y ya no solo escribe, suscribe y dicta, también ordena. Qué nivelazo lo del subdirector de El Mundo y jefe de Opinión, Jorge Bustos, al gritar a Feijóo desde la tribuna de prensa que no contestara a Puente. Y que el candidato obedeciera. La batalla va a ser frontal y permanente si Sánchez forma gobierno; por tanto, hay que armarse para combatir la ofensiva. Es ineludible. Sin miramientos. Es de pura lógica que una cosa es la libertad de expresión, otra las calumnias e insultos contra la dignidad de las personas y, desde luego, las llamadas al golpismo. Hay gente muy alarmada porque se puedan proferir tales amenazas, improperios y vejaciones con total impunidad. No se entiende que no actúe la justicia, de oficio, incluso. Pero sin llegar quizá al extremo de entrar en vías penales, algo habrá que hacer, y el propio PP es un maestro en ponerse las leyes por montera y actuar a hechos consumados. Por cierto, cuando hay dinero de por medio, suelen ser con cargo al erario público. No hace falta llegar a todo esto, pero tampoco a seguir tragando tanto abuso.La muy subvencionada –con nuestros impuestos– prensa al servicio de Ayuso ya nos obsequió el domingo, en portada, con una soflama con tintes golpistas de su favorita. Entrevistada por el periódico de Marhuenda en calidad ¿de qué?, el “para qué” estaba bien claro.Es un gran ejemplo Ayuso. Ninguno de sus servidores mediáticos habla de la Comisión ciudadana que investiga lo sucedido en las residencias a su cargo con el protocolo de la vergüenza y que aporta relatos desgarradores de testigos presenciales. Aquel cruel instrumento negó la asistencia médica a 7.291 ancianos que murieron en condiciones lamentables. Su coro mediático no dice ni palabra. ¿Cómo se logra? Desde luego inyectando “publicidad” institucional a saco y bien pagada que, de paso, vende unas bondades de gestión en absoluto ciertas. La comunidad que menos invierte en sanidad y educación, por ejemplo, y pese a ello y, según datos explícitos del economista Julen Bollaín, “Madrid cae 30 puestos en el Global Financial Centres Index (GFCI) en tan solo cuatro años. El GFCI mide la competitividad de los principales centros financieros del mundo. Del puesto 18 al 48”. Humo. Tóxico.Pero el paradigma del método ayusil es lo ocurrido con Telemadrid: desmanteló la cadena de televisión autonómica como servicio a los ciudadanos y la convirtió en un escandaloso instrumento para su propaganda. Los tribunales ya declararon ilegales los despidos que se produjeron para lograr una plantilla sumisa. Ahora, el Supremo determina que fue ilegal la purga de Ayuso en Telemadrid y obliga a indemnizar al exdirector de informativos. Una compensación que pagará el dinero de los ciudadanos. Ella sigue en loor de multitudes. Este es el modus operandi para afrontar múltiples problemas anquilosados en España. Ni la UE ni nadie pone coto a actuaciones arbitrarias del cariz de las que hablamos, ni siquiera del atrincheramiento del PP para no renovar el Poder Judicial en España, caducado su mandato desde hace más de cinco años ya. El mando de Bruselas aconseja, urge, pero no se planta y conmina. Por cierto, ¿recuerdan al más famoso 'portacoz' que tuvo el partido? Rafael Hernando se ha apuntado a la carrera por mentir e insultar del PP con grandes posibilidades de éxito si no fuera por lo poco que pinta ya en la organización. En realidad, no sabemos quién pinta, a salvo de Ayuso y de sus mentores.Lo cierto es que tenemos derecho a desmantelar las trabas antidemocráticas del PP y es inaplazable renovar el CGPJ acorde con el mandato constitucional. Cambien las mayorías, cambien las leyes, ya está bien de secuestros y cesiones.En el espinoso tema de la amnistía a los condenados del procés catalán hay un intenso componente de ultranacionalismo español, de ese que por definición no tolera rivales. Muchas inexactitudes, también. La Constitución no nombra la amnistía, ni para bien, ni para mal. No la contradice, por tanto, y mucho menos al Estado de Derecho. El magistrado José Antonio Martín Pallín sigue aclarando conceptos en distintos medios, con exhaustivos datos y argumentos. Hoy recuerda que el TEDH (Tribunal Europeo de Derechos Humanos) ha tomado en consideración las demandas de los independentistas “y ha invitado al Estado a llegar a un acuerdo amistoso con los demandantes”. Porque vuelve a insistir en que “hasta el momento hemos podido constatar el rechazo de toda la comunidad jurídica europea a las peticiones formuladas por el tribunal español, lo que es un indicativo de sus notorias deficiencias y de su colisión con la cultura democrática de los jueces de los países a los que se ha requerido la detención”.Hay actuaciones más graves que sacar urnas para un referéndum. Algunas autonomías están pidiendo a gritos un 155 por su devastación irracional de derechos. Los gobiernos PP-Vox con fascistas en puestos decisivos, sobre todo. Y es digno de estudio el desmantelamiento y venta a intereses privados de pilares esenciales del sector público. Madrid y Andalucía parecen haber puesto el turbo para acabar con todo. La sanidad y la educación en cabeza de las privatizaciones. Alguna ley ha de regular esas decisiones drásticas que tienen difícil vuelta atrás. Se ha de entender que las mayorías absolutas no dan absoluto poder para vender lo nuestro. O para regalarlo o para hipotecarlo durante décadas con contratos leoninos como hacen en Madrid.Y, así, sigamos por cortar el grifo –esto lo propuso Ayuso para el independentismo, dijo, y lo ejerce ella para los servicios público–. Cerrar las subvenciones por toda vía a los medios que no informan, sino que manipulan, y dejar de cometer la ignominia de pagar con nuestro dinero, nuestros impuestos, la manipulación de la realidad y la venta de indeseables como figuras valiosas de la política.  Y hay algo más: ¿cómo es posible que un Estado de Derecho no ataje las soflamas fascistas a toda página y a toda pantalla? No podemos tirarnos cuatro años más con llamamientos diarios a un golpe de estado. Queremos un gobierno profundamente democrático y profundamente justo. El bienestar de los ciudadanos pasa por no sentirse de continuo en una democracia amenazada. Actúen. Y miren a ver si la fiscalía general del Estado –que ha de velar por los derechos de los ciudadanos– despierta de una vez de su sospechoso letargo. No sé si en algún momento han llegado a imaginar lo extremadamente hartos que todo esto tiene a los ciudadanos. Ciudadanos en la más precisa acepción del civismo. De tal calibre es el hartazgo que se hace insoportable seguir así mucho tiempo más.
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